jueves, mayo 19, 2016

La burbuja cuántica



2 botellas de Chardonnay y la noche.

Como siempre, estoy en un momento extraño, un instante que no debería existir y en el cual nos encontramos de todos modos, revelando secretos, describiendo sensaciones cada vez más profundas como si cada turno de hablar fuera una reto para dentrarse más en el otro.

Ya nos han echado de todos los lugares. Pero queremos seguir vibrando en este instante que no tiene razon de ser y que nos pierde.

Otro bar, Vodka, Tequila, Cerveza, la música fuera de control y las risas. Un cambio de zapatos de tu parte y seguimos girando, girando.

Yo intento capturar el instante (como siempre) con mi cámara, pero no hay imagen que pueda retener lo que esta noche me provoca. Es hermoso. Es inesperado. Es desconocido y está completamente prohibido.

¿Puedes sacarme una foto con tu chica? ¡Es que está muy hermosa!— me dice un desconocido que baila junto a nosotros —y sácame ahora una foto besándome con él...—

Nosotros solo reímos abrazados y entonces empieza a temblar. ¡A TEMBLAR!

El Bar gay en el que estamos es evacuado, y una vez más estamos FUERA. Esto ya no es una casualidad.

Esperamos el coche. Estoy sin aliento, claramente ebrio. Tengo la lucidez suficiente para saber que esta espera definirá muchas cosas en el futuro. El coche llega, me quitas las llaves.

— Yo voy a conducir — dices — estás muy borracho para hacerlo tú.
¿Y dónde vamos? —pregunto
—Ya lo verás.

Y me dejo guiar, sin oponer resistencia. Cargas algo de gasolina y retomas el volante con un aire decidido.

— estamos listos — dices. Yo no sé para qué o a dónde, pero he decidido que este noche te seguiré hasta el fin del mundo.

Son las 3 de la mañana, las calles de Tenochtitlán estan vacías, el asfalto mojado refleja millones de luces y yo te admiro, en una bruma de alcohol y deseo. El asfalto deja su lugar a los árboles y atravesamos las montañas. Es muy tarde en la noche. O muy temprano en la mañana.

—Quiero estar contigo esta noche, quiero que pongas música. Quiero que veas el amanecer en otro lugar distinto.

Manipulo el Ipod (maldita máquina infernal), esta noche es New Wave. Cantamos mientras rodamos por la carretera vacía de la madrugada.

Casi llegamos a nuestro destino, la música desfila, mientras discretas caricias llenan el silencio. La borrachera baja, la magia también. La burbuja cuántica en la que estábamos empieza a mostrar signos de debilidad, pero ya no importa.

Hemos llegado a Valle de Bravo. El día se levanta. Observamos el lago desde la altura mientras tiritamos de frío, mientras pienso que no hay explicación posible para todo lo que vivimos.

El sol se refleja en el agua.

(Nunca) Volvemos.