En el Boulevard du Temple,
en el borde de una esquina,
me encontré inesperadamente,
a la Calaca Parisina.
Muy Garbosa y muy mundana,
muy vulgar y casquivana,
me saluda muy sonriente,
y me abraza muy solemne.
Muy huesuda la señora,
con su bolso Louis Vuitton,
pero oyendo una tambora,
y cantando su canción.
"No te asustes compañero,
yo también soy mexicana,
aquí ya llevo a un tamalero,
y a una lascar mahometana"
Y nos vamos desfilando,
por las calles del troisième,
y a los vivos va besando,
bajo luces del andén.
Y me toma de la mano:
"¡ya nos vamos al terruño!"
acabemos por lo sano:
con mil almas en su puño.
