jueves, enero 08, 2009

Del diario de sueños.

Entrada del miércoles 7 de enero de 2009.


... Dormía y sabía que tenía qué activarme para tomar el avión... Papá venía a despertarme, pero yo me hacía el dormido y lo trataba mal para que me dejara en paz… Después me encuentro caminando con Mamá en un aeropuerto raro, lleno de pasillos de mármol y de gente que pasa apuradísima (y que ahora me recuerda extrañamente los subterráneos de la gare de lyon).


Por fin llegamos al lugar donde debo tomar el avión y digo adiós a Mamá, que llora un poco, y me siento culpable de haber tratado mal a Papá puesto que lo único que quería era que no perdiera el avión, entonces le hablo por teléfono y nos damos cuenta de que no está tan lejos, está por alguno de los pasillos que acabamos de pasar, con mi hermana T. Y entonces todos nos podemos decir adiós una vez más. Siento otra vez que partir está mal, odio decir adiós. Odio las despedidas.


Para llegar al avión debo bajar unas sólidas escaleras de mármol; entonces, mientras bajo, me doy cuenta de que Papá se quedó con la mochila que tiene mi boleto, mi pasaporte y mi dinero (¿mi identidad?)... Regreso rápidamente a buscarla y distingo a mi familia alejándose entre la multitud.


Vuelvo a bajar hasta las pistas, donde debemos esperar un camioncito que nos lleve hasta el avión.


Mientras, espero con dos o tres personas más; al lado hay un carrito con maletas y unas jaulas que deben ser llevadas al avión también. Sentado sobre las jaulas hay un cheeta que se acerca a olernos y es manso como un enorme perro viejo; pero, mientras lo veo bien, me doy cuenta de que su cara tiene las facciones de una mujer: es pelirroja y agradable, casi bonita, con un semblante sereno que transmite calma, pero que no pierde nada de su circunstancia animal.


Pienso que es una suerte muy grande ver a un animal tan hermoso de cerca, y más aún cuando la extraña felina empieza a HABLAR con una señora acerca de cómo debe luchar contra sus instintos algunas veces, y otros debe abandonarse a ellos. La felina es tan humana y tan animal al mismo tiempo, con manchas en la piel como pecas o lunares. Casi puedo verle unos senos pequeños, preciosos y manchados.


Después ya sé que llegamos a nuestro destino y estamos esperando el equipaje al pie del avión, cuando una chica que conocí en algún lugar, en algún momento que no recuerdo, me RECONOCE, y viene a besarme diciéndome que está ahí POR MÍ, que por fin vamos a estar juntos. Mientras me besa pienso en cómo voy a hacer para quitármela de encima, y un camión algo destartalado viene a buscarnos a todos, porque ahora sé que todos vamos al mismo lugar.


Empezamos a cargar las cosas y tenemos muchas provisiones y medicamentos, hasta garrafones de agua de formas raras, uno de vidrio se cae sobre el ala del avión mientras se descarga. Mientras pongo las maletas y los diferentes bultos en el camión, pienso en qué decirle a la chica que me acabo de encontrar, y le digo que ya no vivo donde ella sabía, que tengo que trabajar dos semanas fuera del país, y que es casi el mismo tiempo que ella estará en el mismo lugar que yo... Aunque me pregunto al mismo tiempo por qué demonios quiero alejarle de mí, puesto que la encuentro muy guapa.


Llegamos a nuestro destino en el camión y me doy cuenta con desolación que estamos en GUATEMALA y no en Europa, y empezamos a descargar el camión mientras sonrío y reflexionó en la ironía de estar AHÍ.


Estoy en un salón muy grande y el techo es como de palma o de paja. No salgo pero sé qué hay sol y un cielo azul. Es un día bellísimo. En la pared más alta hay una pintura, y el corazón me da un vuelco, porque reconozco inmediatamente los trazos alargados y simples de L...


Su mano es inconfundible y no puedo creer las casualidades que me han traído hasta aquí... Donde ella ya no esté. Estudio los detalles, los brazos y los dibujos alargados de esos personajes azulados... todo es azul en la pared, y en esa pintura, todo son diferentes texturas de azul.


Nos piden que decoremos la sala, porque ésta es ahora nuestra casa, y por el momento esta vacía. Se que esta destinada a los niños (de los que hablamos tanto en otro tiempo) pero ahora está vacía y silenciosa.


Empiezo a pintar un muro de azul también, pero la pintura azul esta muy diluida y solo colorea el muro blanco de un azul paliducho. Empiezo a sentir una perdida, como un vértigo o una oscuridad física. Pienso que pondré en facebook « Andy is in Guatemala » con la esperanza de que sea visto por alguien mientras intento seguir pintando el muro. Por fin me canso de intentarlo y decido buscar más botes de pintura. Miro el dibujo inmenso en la pared. Pienso que ella no esta aquí y me siento mal al pensar que ya no se donde esta AHORA. Me duele pensar que ella no puede ver que yo la VEO, que siempre la vi, y otra vez pienso que todo esta perdido.


Encuentro una caja con muchas botellas de pintura. Pido permiso a una señora (que sé es la encargada de ese lugar), para pintar las grecas que siempre dibujo en todos lados, pero me dice que no puedo hacerlo sobre el muro. Remuevo las botellas, y busco y rebusco, no hay más azul, en la caja de pinturas hay sólo botellas con pintura negra.

2 comentarios:

Darinka Rodríguez dijo...

En el mío, bien lo sabes: Una transparencia azulada te agitaba las ropas...

Anónimo dijo...

encuentro interesante tu analogia del tigre con una mujer...
tu relato es un buen material para trabajar

ann