domingo, mayo 24, 2015
Aquí y ahora
“Todo es más hermoso porque estamos condenados. Nunca serás más hermosa de lo que eres ahora. Nunca vamos a estar aquí de nuevo.”– Homero, La Ilíada
…El destino, la circunstancia, los dioses nos ponen aquí de nuevo. Yo no puedo luchar contra ello. No quiero luchar. El destino es un subconjunto absurdo del caos, y yo necesito caer. Caer contigo. No existe nada más, fuera de este momento, de este aroma, del color viejo y pasado de este cuarto prestado en una ciudad que no es la nuestra, en donde nos encontramos una vez más.
La conversación es un monólogo. Yo te contesto viéndote a través del lente de mi cámara. Te enojas, sonríes, cantas las canciones absurdas que salen del ipod sin ton ni son.
Tomas mi cámara. Tomas fotos de tus piernas, de tus pies y de los muslos que se dibujan en las medias negras y que escapan de tu falda breve. El momento ya es una obsesión, ya no puedo pensar claramente. Otra vez siento esa vibración absoluta, esa emoción galáctica de sentirme vivo, sentirme humano y sentirme joven. Cierras los ojos y vibras conmigo. Me quito los lentes; ya no los necesito.
La tacha estalla en ese momento preciso. El mundo se derrite. Explotas conmigo, al mismo tiempo. Nos damos cuenta, no paramos de reír. Sentir se convierte en un caudal desobordado, en una compulsión. Las cosas se hacen más nítidas pero el cuarto se torna rojo, y más oscuro.
No sé si es la borrachera, las drogas o los dulces de limón, pero veo tu aura, y es más grande que esta habitación extraña donde nos encontramos. Sigo sacando fotos para ver si puedo captar todos esos colores que desbordan del otro lado de la mesa frente a la cual estoy sentado y que irradian de tu boca, de tu cuello y de tus manos que no dejan de moverse. Eres la misma, pero no cabes en el cuarto, estas llena de color y a mis labios y de la nada viene una cantaleta de hace mucho tiempo que no puedo dejar de repetir (Om Bandhooka varnaam arunam sugathram… Om Bandhooka varnaam arunam sugathram…). Esta noche eres un Avatar de Parvati.
Ha sido muy largo el camino hasta esta noche. Descubrí la secuencia secreta que abre todas las puertas, y todo lo que nos separa no existe al fin. Tu laberinto está ahí, como siempre, pero hoy me dices sutilmente cómo entrar, y como perderme y al fin existir en tí.
“Esta noche me gustas mucho” dices. “Siéntate aquí en la cama, junto a mí”
Acaricio tu brazo y tiemblas, temblamos. Quiero esto. Casi te tengo.
Casi.
“Bésame lento, sin la lengua primero. LENTO.”
Obedezco, embriagado ahora por tu necesidad, por ese olor agudo y puro que lo llena todo.
Ya no importa lo que esperas de la vida, ni lo que yo no tengo, ni la esperanza de lo que quieres “más tarde”, dentro de un mes, en el “futuro”. El universo puede contener también todo lo que sucede esta noche. Es tan simple. Tan correcto.
Y ya no queda nada. El porvenir se lo llevó el carajo. Nada existe. Es el fin del mundo, todo dejará de ser en 5 minutos, los relojes se detendrán en 3 días y todo quedará en silencio.
O no.
Lo único que hay está AQUI Y AHORA,
Con los ojos cerrados, recorro tu blancura vertiginosa, te beso, suspiras.
“Aprendes rápido”, dices. Lo susurras con una voluptuosidad insoportable, desarmadora, y descubro atónito que acariciarte es ya lo único que quiero hacer en la vida.
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