Una frecuencia difusa.
Un recuerdo.
Un coletazo de placer.
Todas esas cosas que se pegan a la
memoria de inciendios estériles y a las memorias de espejismo.
Yo pruebo, y quiero sentir, sentir
¡sentir! Hasta que la piel fusione y el sudor sea de oro puro.
Efluvios secretos que descubro al
acariciarte, al tocar una sombra en un segundo de memoria, pasando mi
lengua por cada poro al descubierto. Amo la manera en que te
entregas, la secuencia de pequeñas
hazañas de una historia que
parece inútil.
Sigo
buscándote, como en aquel año de fuego en el que apareciste en el
diario de sueños y empecé a contar cuántas veces podía cambiar tu
nombre por las palabras que se usan para decir sueño, placer, vida,
felicidad...
Estoy
al fin ante la puerta de lo que nunca supe que había querido.
Esperando
a la vida desentierro puertas a otros universos. Al cosmos destructor
de tu placer. Es embriagante tenerte, y es escalofriante el paso
implacable del tiempo.
No
hay más tiempo que ganar: quiero nutrirme en el placer de tu sudor
mientras cuento tus suspiros en el sueño de tu cuerpo.
Yo
no existo, nada existe hasta que vuelves a pensar en mí.
Quiero
mirarte, sentirte, sufrirte y consumirte, reducir todo lo que existe
a una gota de placer que me permitas poseer. Un solo beso fugaz de
todas las galaxias, es lo que tengo, después de tu voz, tus ojos y
tus manos en una tarde tropical.
La
luz torcida del pasado juntos, la vida incompleta de plato roto, cada
promesa no cumplida es todo lo que queda.
¿O
sería el recuerdo de un amor tan absoluto y puro que destruyó toda
otra forma de vida? En todo caso, lo arrastro como una sombra en
andrajos, recordando a cada paso lo que no he podido ser para tí, o
para nadie.
Sólo
me importa rescatarnos. Saber que lo que sentimos y nos hizo sagrados
está intacto y resplandece.
Quiero
tomarlo y derramarlo contigo en una nueva promesa de fulgor, dejarlo
correr en una tierra que el placer hará vivir en el instante de los
sueños.
Quiero
el tiempo de conocer la materia de tu aura, y el color de tus
sabores.
Quiero
conocer el centro del remolino mortal de tus destinos
Quiero
reír de de felicidad, hasta el último instante de tu voluptuosa
existencia, y saber que escapamos y fuimos en verdad
Humanos.